Washington, 2 sep (PL) Catastróficas, desconocidas, nunca vistas y mortales fueron las calificaciones más frecuentes para referirse a las inundaciones dejadas por el huracán Harvey en el estado norteamericano de Texas durante los últimos días.
Ese fenómeno, que llegó al territorio el pasado 25 de agosto con categoría cuatro de un máximo de cinco en la escala Saffir-Simpson, también afectó, luego degradado a tormenta y depresión tropical, a los estados de Luisiana, Misisipi, Tennessee y Kentucky.
Sin embargo, el mayor impacto ocurrió en la ciudad texana de Houston, la cuarta más poblada de Estados Unidos, y zonas aledañas, donde el Departamento de Bomberos local comenzó el jueves un esfuerzo cuadra por cuadra para rescatar sobrevivientes y recuperar cuerpos.
Aunque resultan diferentes las cifras manejadas por reportes de prensa sobre la cantidad de fallecidos, se estima que al menos 30 personas perdieron la vida, un número que debe aumentar, y cientos de miles resultaron desplazadas.
En tanto, la infraestructura sanitaria de Houston padeció daños con la penetración del agua en hospitales y la imposibilidad de operar de ambulancias y helicópteros de evacuación médica.
Centros de salud vulnerables y hogares de ancianos optaron por sacar a sus pacientes fuera del territorio en las horas previas al evento, pero otros no actuaron de esa manera, pues desestimaron el nivel de peligro y caos que vendría después.
Según fuentes meteorológicas, Harvey vertió 374 mil millones de galones de agua dentro de los límites de Houston, con lo cual se excedió la capacidad de ríos, lagos y embalses, un resultado predecible para los expertos.
La tormenta no tuvo precedentes, pero la ciudad se ha estado engañando durante décadas sobre su vulnerabilidad a las inundaciones, consideró Robert Bea, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y estudioso de los riesgos de huracanes en la costa del Golfo de México.
El sistema de control de inundaciones de la ciudad debería proteger al público de un evento que supuestamente ocurre cada un siglo, pero Bea lo califica como «mentira de 100 años» pues se basa en cálculos de un total de lluvias de 330 milímetros en 24 horas.
A juicio de los especialistas, las represas a lo largo de los ríos fueron construidas principalmente para el almacenamiento de agua, no para el control de inundaciones.
Para el Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, constantemente en el escrutinio público, Harvey constituyó la primera gran prueba de enfrentamiento a situaciones de emergencia.
Desde antes de la llegada de Harvey el mandatario recibió llamados a responder de forma diferente al expresidente George W. Bush, cuyo Gobierno falló en la reacción ante el huracán Katrina, que dejó más de mil 800 muertos en Luisiana en 2005.
A diferencia de la actuación del otro gobernante republicano, Trump firmó una declaración federal de desastre para el territorio previo al impacto de Harvey en aras de liberar recursos y enfrentar los problemas, y visitó lugares afectados.
Diversas voces criticaron al ocupante de la Casa Blanca por jactarse de esas acciones, vistas como una manera de hacer política a su peculiar modo, y advirtieron sobre la posible demora que puede tener la liberación de los fondos asignados, un paso que se decide en el Congreso.
Según funcionarios de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA), hasta el miércoles pasado, más de 195 000 personas habían pedido ayuda económica al Gobierno, y se estima que tal cifra se elevará a medio millón.
Harvey: Golpe devastador para Texas
Por Diony Sanabia